Ruanda, reconciliación al cálido abrigo de una taza de café

La guerra de Ruanda, que devastó el país en 1994, es una de las tragedias más dolorosas de la historia reciente del país africano. Fue una tragedia que no solo arrancó vidas, sino que desgarró familias, comunidades y destruyó el tejido social de un país. Vecinos se volvieron enemigos, y el odio sembrado durante años estalló en una violencia impensable. Sin embargo, entre las sombras más oscuras, emergieron historias de perdón y reconciliación, y hoy Ruanda es un símbolo de resiliencia... gracias al café.

Y todo ello gracias al protagonista de nuestra historia, Jean Bosco Ngabonziza, un enfermero a quien llaman cariñosamente «enfermero Bosco», un miembro reconocido y respetado por su comunidad. Después del genocidio de 1994, se encontró rodeado de muchas viudas y huérfanos que vivían en medio de una pobreza extrema y después de un viaje a La India se le ocurrió organizar a los productores de café en una cooperativa. “Gracias a su clima templado, el distrito de Rusizi donde vivimos es ideal para la producción de café y casi una cuarta parte de los hogares es productora de café”, comenta Jean Bosco.

Además, el enfermero Bosco también fundió una empresa exportadora de café, Rusizi Specialty Coffee (RSC), que opera bajo un modelo empresarial de cooperación. Actualmente, RSC procesa más de 200 toneladas de café al año.

Café, símbolo de paz.

Pero RSC tiene algo más. Sobre las empinadas colinas verdes y en los cobertizos frescos y oscuros, las personas que procesan las bayas de café y trabajan lado a lado son personas de ambas partes del genocidio: los supervivientes y los perpetradores. “Al reunir a estas personas, RSC contribuye a la constante reconciliación del pueblo de Ruanda; un proceso largo y continuo que es vital para garantizar la consolidación de la paz y la seguridad”, afirma el enfermero Bosco.

RSC y Oikocredit trabajando por la comunidad

Ruanda está calificada por el Banco Mundial como una de las diez economías del mundo que más ha mejorado, con una tasa promedio de crecimiento del PIB de más del 7% desde el 2000. Sin embargo, el 44,9% de la población aún vive por debajo del umbral de pobreza.

RSC, apoyada por Oikocredit, ayuda a los pequeños agricultores a generar mejores ingresos además de forjar sólidas relaciones con la comunidad construyendo escuelas infantiles, concediendo becas para las niñas de las familias más pobres y distribuyendo vacas a hogares desfavorecidos.